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Foto del facebook de la JOIB |
¿Puede ser que hubiera olvidado lo mucho que me
gusta escuchar música en directo? Rectifico, me refiero a escuchar música
orquestal. Debo entonar un inmenso mea
culpa; soy yo la que casi no asiste a conciertos en estos últimos tiempos –acerca
de los motivos mejor no hablamos-.
No, no creo que fuera efecto de la carencia la
impresión que me produjo anoche la Jove Orquestra de les Illes Balears en la
presentación de su temporada 2015-16. El aljibe del museo Es Baluard de Palma no
parecía –a priori- la mejor sala de
conciertos. Supongo que el tiempo de ensayos debió ser complicado por exceso de
reverberación. Pero en el momento del concierto, el público ocupando las sillas
aportó la masa necesaria para lograr el efecto conseguido, que fue el de una sonoridad
espectacular, nítida y muy bien repartida. Yo estaba situada como a la mitad de
la sala, y el primer la de afinación del oboe pareció llegarme como si lo
tuviera a mi lado. A partir de ahí todo fue dejarse envolver por el sonido. Por
la orquesta.
El concierto se inició con una importante
modificación respecto al programa –me encantan improvisaciones así-: Javier
Bonet, el trompa de la ONE que vino a
arropar a esta joven orquesta en la interpretación del Concierto de Mozart, había aprovechado su estancia en Mallorca para
ofrecer una Masterclass a los
estudiantes de trompa. Con la muestra final del trabajo realizado iniciaron el
concierto. Así, con un octeto de trompas muy colorista y bien resuelto pudimos
comprobar que la caja acústica del aljub
nos deparaba una agradable velada.
La primera parte se completó con el Concierto para trompa de Mozart con
Javier Bonet como solista. Joan Barceló a la batuta y Bonet ofrecieron una
versión muy clasicista y especialmente adornada en los solos, que sonó nítida y
bella.
La segunda parte presentaba ya a la JOIB en pleno. Las
Danzas rumanas de Bela Bártok en la
transcripción que el autor realizó de su primera versión para piano resultaron animadas
y permitieron vislumbrar el sonido de todas las secciones de la orquesta. Como
colofón, abordaron la Primera Sinfonía
de Beethoven con toda la energía y quizás más de la necesaria en el brioso allegro molto inicial. El aljibe acogió
toda la sonoridad, que por suerte la batuta de Joan Barceló supo después
encauzar. Un placer dejarse embaucar por el sonido envolvente del conjunto
orquestal aupado por la sonoridad del aljub.
La sinfonía transitó en un devenir muy agradable. Dificultades de entrada todos
a una le ocurren hasta al maravilloso Baremboim.
No voy a dejar de insistir en la maravilla que es
poder asistir a un concierto en directo. En la maravilla que es poder escuchar
una orquesta en directo. En la diferencia entre el sonido de las grabaciones –por
muy buenas que estas sean- y el sonido envolvente del directo. Si la
interpretación tiene un mínimo de calidad, no hay comparación posible.
Yo asistí ayer al primer concierto de temporada de
la Jove Orquestra de les Illes Balears que dirige Joan Barceló; yo soy también
la que en la temporada anterior me he perdido alguno de los hitos con que han
demostrado fuerza y coraje, como los estrenos del Eternal Ligh a Réquiem de H. Goodall o de la Sinfonía Tramuntana del mallorquín Antoni Mairata. Así que ojalá
pueda seguirles en esta segunda temporada en la que mantienen un ritmo elevado
de actividades. Quizá incluso consigan algún patrocinio institucional, o la
cesión de un lugar como el aljub como
sede de conciertos… para todo ello, vaya desde aquí mi deseo de éxito.