De
vez en cuando mi voracidad lectora se enrola en territorios fáciles. Las
historias noveladas con trasfondo artístico ‑especialmente si caen en el
período que tanto me apasiona de principios de siglo (el veinte) y tienen que ver
con la vanguardia artística‑ me pierden a veces. Suelen ser libros que trasiego
con facilidad en un par (mallorquín) de idas y venidas en tren (qué
descubrimiento, la maravilla de ir y venir a Palma en tren, algunos cambios
están siendo para bien). Así me ha ocurrido con Una tienda en París, de Màxim Huerta. La novelada historia de una
chica madrileña que encuentra y busca su lugar en París, re-viviendo la vida de
Alice Humbert, una alter ego de Alice Prin (Châtillon-sur-Seine, 1901 —
Sanary-sur-Mer, 1953), más conocida como Kiki de Montparnasse, quien a su vez
es también personaje de la novela. Ella, su relación con los hombres, y sólo de
soslayo, su amante Man Ray. Otros personajes reales son Moïse Kisling o
Modigliani. Ambos titularon varias de sus obras (desnudos en el caso de
Kisling) con el nombre de Alice. De
esos cuadros proviene el nombre de la protagonista. Es una novela divertida,
anclada a la realidad de la geografía parisina y ya digo, a algunos de sus
artistas en los vigorosos años 20 (otros, como el amante de la prota inventada,
el arquitecto Érno Hessel, también es inventado), que no falsea la realidad del
momento, pero que no merece más que una lectura rápida. No obstante llevar ya
siete ediciones. Suerte para el editor y para el autor.
Otro
caso es el de la novela de Care Santos Habitaciones cerradas o Habitacions tancades en sus dos versiones, y su Amadeo Lax tan
creíble que ha hecho iniciar su búsqueda en internet a más de uno. Búsqueda que
actualmente conduce al pintor modernista catalán de principios de siglo. Esta
vez en una historia que te lleva a odiar la dicotomía entre la obra de un
creador y su vida personal y que te enrolla en una historia delicada y
sugerente de amor, arte y guerra.
Supongo
que seguiré cayendo en tentaciones como esta, porque a veces sí se hacen
hallazgos. Aunque ya se sabe, es mejor leer las autobiografías de estos
personajes, que son muchas e interesantes. Porque reales, tampoco se puede
confiar en que sean.
Primera reproducción: Alice de Modigliani con las esmeraldas de la novela
Siguientes reproducciones: Alice vista por Kisling
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