Tomo prestado el título para este cuaderno del libro de Federico Hernández de Goncer (Palma, 1948), cuyo subtítulo es espléndidamente expresivo de qué quiero yo hacer en este periplo: Fantasía biográfica de la isla de Mallorca. Una isla, como una vida, se construye día a día, y la nuestra está viva y plena de vivencias actuales y remotas: visitantes ilustres, residentes con cosas que decir y que mostrar, homenajes a quienes fueron y estuvieron, huellas en la isla, muchas todavía frescas, y manifestaciones artísticas de variados signos...


domingo, 26 de septiembre de 2010

Chopin, hijo adoptivo


El Consell Insular de Mallorca ha nombrado a Chopin hijo adoptivo de la isla. Ha sido en ocasión de los actos de celebración de la Diada. El nombramiento, digo. Este es el año de conmemoración del bicentenario del nacimiento del músico, y Mallorca se ha unido en tríada a París y Varsovia. Buen equipo.


La verdad es que es una conmemoración sin grandes alharacas ni eventos especiales, al menos en un principio: ha pillado un año de crisis y con unos gobiernos demasiado pluri-colores y excesivos problemas extra-culturales como para aplicar grandes intereses ni presupuestos al caso. Un logo, eso sí, que ofrecen colocar en todo acto organizado alrededor de Chopin; lo de la subvención mejor lo dejamos para otra ocasión.

Pues con todo y con eso, mucho es el aprecio que Mallorca en su conjunto le tiene al músico polaco, porque mucho es lo que se está hablando, sonando y/o viendo de y sobre Chopin. Desde luego, más de lo que yo me esperaba. Y bueno.

Otra sorpresa es la recuperación de la ruta –no diremos real- digamos completa, de su estancia mallorquina: un invierno alargado en unos días (un total de noventa y ocho) que tuvo tres pequeños períodos en Palma ciudad (principio, medio y final), casi un mes en Establiments y la consabida estancia en Valldemossa, los cerca de dos meses que se extendieron entre el 15 de diciembre de 1838 y el 11 de febrero de 1839.

A las placas conmemorativas que ya existen, se ha añadido este año una oficial donde se ubicó su primer alojamiento en Palma, calle del Mar, por entonces en zona de servicios marítimos… Varias existen ya en un rincón que, aparte de la conocida Cartuja de Valldemossa, a mí me gusta especialmente recrear y pasear: la casa de Son Vent en Establiments de Palma, donde transcurrió prácticamente el primer mes, precisamente aquel en que la bonanza del tiempo de un soleado noviembre mallorquín les sonrió. A él y a sus acompañantes, que lo contrario a lo habitual, no he mencionado hasta aquí a George Sand y sus hijos. Aunque Mallorca les haya hecho, a todos, un homenaje. Y por los textos que se manejan, a veces parezca que casi olvidado al músico.

Así que resulta sorprendente que Chopin hay sido nombrado hijo adoptivo de Mallorca; sobre todo sin George Sand.

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