Tomo prestado el título para este cuaderno del libro de Federico Hernández de Goncer (Palma, 1948), cuyo subtítulo es espléndidamente expresivo de qué quiero yo hacer en este periplo: Fantasía biográfica de la isla de Mallorca. Una isla, como una vida, se construye día a día, y la nuestra está viva y plena de vivencias actuales y remotas: visitantes ilustres, residentes con cosas que decir y que mostrar, homenajes a quienes fueron y estuvieron, huellas en la isla, muchas todavía frescas, y manifestaciones artísticas de variados signos...


sábado, 10 de agosto de 2013

Infancia



Temps d’innocència / Carme Riera
Barcelona: Edicions 62, 2013

Solsticio / José Carlos Llop
Barcelona: RBA, 2013


Han coincidido, quizá es una casualidad más de la vida. La infancia como tema. A mis lecturas debo añadir otra publicación reciente: Tot allò que una tarda morí amb les bicicletes, de Llucia Ramis. Qué fue de aquellos veranos eternos, aquellos que desaparecieron de nuestras vidas. Nos hicimos mayores. Todavía no la he leído.

Solsticio, aunque se refiera al mes de agosto y no al momento astronómico, es también un largo verano, no me atrevo a decir eterno. Todo un mes, que en un niño da para mucho, por más que los veranos de nuestras infancias transcurrieran mucho más allá del mes de agosto. La excepcionalidad de la vida encerrada en un mes del año. Mientras duró. Con todo su significado en la vida.

Temps d’innocència no me parece tan logrado. Es un libro lleno de estampas y de escenas que me ha encantando rememorar –increíble que viviendo casi una década después tantas cosas siguieran siendo iguales-. Lo he disfrutado mucho, porque todo el tiempo me llevaba a momentos y lugares que casi han desaparecido o están perdiendo su esencia. No tengo claro, sin embargo, si un lector a quien no agudice la memoria lo disfrutará igual o lo percibirá algo irregular.

Sé que no soy original al extraer la cita que marqué enseguida de iniciada la lectura de Solsticio –justo llegando a la página 14- y que ya se ha publicado en más de una reseña; un café en la misma librería y hala, primera marca:
«Al fin y al cabo, cuando el paraíso desaparece, siempre aparece la literatura».
Este libro es la narración de un paraíso en manos de un poeta. Este libro es la plasmación de aquello que impregna la vida de un poeta. El reconocimiento de su pasta, de la sustancia que le llena y que le ha dado forma. Su paisaje: «un fragmento africano en el Mediterráneo»; y su concepto de insularidad, de habitante de una isla:
«La escritura es otra forma de destierro, una manera de vivir el destino del transterrado. La isla es su paradoja, porque de una isla nunca se escapa uno si es nativo; ni lejos, ni cerca.»
Esos veranos no hicieron escritor a José Carlos Llop; esos veranos marcaron una conciencia de territorio, de pertenencia, de estilo de vida. El ha añadido después su escritura como «un modo de entender la vida y, sobre todo, de vivirla.»


Un placer de lectura, aún a pesar de que el paisaje de mi infancia no fuera el mismo. Da para tanto una isla…

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