Tomo prestado el título para este cuaderno del libro de Federico Hernández de Goncer (Palma, 1948), cuyo subtítulo es espléndidamente expresivo de qué quiero yo hacer en este periplo: Fantasía biográfica de la isla de Mallorca. Una isla, como una vida, se construye día a día, y la nuestra está viva y plena de vivencias actuales y remotas: visitantes ilustres, residentes con cosas que decir y que mostrar, homenajes a quienes fueron y estuvieron, huellas en la isla, muchas todavía frescas, y manifestaciones artísticas de variados signos...


miércoles, 31 de enero de 2018

Miró de tornada






Ha llegado el momento de despedir al Miró que estos últimos meses ha ocupado, como de tornada, de nuevo, su casa, la renombrada Miró Mallorca Fundació. Han sido unas cuantas las visitas, merecidas. La selección, la colocación, la ubicación incluso. No quise dejar de ir el último día; no sé si era esta una exposición para ver en silencio, como otras veces, o hablando de lo que íbamos viendo, como he hecho esta.
Contemplación, meditación, esta exposición la ha conseguido y provocado; dentro incluso de la sala, junto al tríptico de azules, rompiendo el miedo al museo como lugar sagrado. Museo como lugar de vida.
Pintura I, II y III, 1973
Los azules en forma de tríptico, las impactantes Pintura I, II i III (todas de 1973) en que el azul, el mar quizá, quién sabe si el cielo, el color de los sueños... recrea tres resultados para mí tan diferentes a partir de -casi- los mismos elementos. Miró nos tiene acostumbrados a trípticos quizá porque el tres es importante en su producción, quizá porque encontró muchas maneras de decir cosas parecidas, quizá porque nos permite sentirnos envueltos por una misma sensación pictórica. En esta exposición, también Oiseau dans l’espace I, II i III de 1965 en que el pájaro se desplaza en el espacio.  Y una sala más allá, Femme devant le soleil I, Femme devant la lune II y Femne devant l’étoile-filante III de 1974 que Català-Roca retrató un año antes en Son Boter mientras estaban en proceso de ejecución y que muestran el trabajo sobredimensionado del maestro en que el mundo de la mujer en negro baila alrededor del sol, de la estrella o de la luna.
Más grandes todavía, las telas gemelas sin título (FPJM-53 i FPJM-54, de los años 1974 y 1973 o anterior respectivamente) han ocupado el Espai Cúbic ganando con la ubicación, de dimensiones tan proporcionales a ellas, y con la leyenda: un ejemplo de cómo una buena explicación mejora la contemplación.

Telas con agujeros, 1973

Por último, de esta exposición que ofrecía también muestras del mejor orientalismo mínimo y expresivo en algunos papeles, o del juego dialogante de Miró con otras aportaciones como la pompier del Ballet romantique de 1974, recordaré especialmente las telas con agujero, una serie que hubiera mejorado unificando los marcos con que las tenían enmarcadas sus respectivos propietarios. Todo un impacto encontrar juntas las telas del agujero blanco, el rojo, el azul y amarillo o el negro (todas del 1973), la atrevida mano de un Joan Miró osado pero también introspectivo que jugaba con las formas, los colores, las texturas, para no dejar nunca de sorprendernos.
Miró Mallorca Fundació

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