Tomo prestado el título para este cuaderno del libro de Federico Hernández de Goncer (Palma, 1948), cuyo subtítulo es espléndidamente expresivo de qué quiero yo hacer en este periplo: Fantasía biográfica de la isla de Mallorca. Una isla, como una vida, se construye día a día, y la nuestra está viva y plena de vivencias actuales y remotas: visitantes ilustres, residentes con cosas que decir y que mostrar, homenajes a quienes fueron y estuvieron, huellas en la isla, muchas todavía frescas, y manifestaciones artísticas de variados signos...


domingo, 18 de febrero de 2018

Narraciones urbanas



Yolanda Trigo no nos propone una verdadera “distopía urbana” en su exposición. “Mundo imaginario que se considera indeseable” o “sociedad ficticia indeseable en sí misma”; siempre lo de “indeseable”. Yo me quedaría en algunas de las narraciones que Yolanda Trigo nos ofrece en sus fotocollages; no resultan nada indeseables.


Urbana, tan urbana que su imaginario se despliega a partir de la ciudad de Palma. Recorridos algunos infrecuentes que nos hacen mirar y remirar nuestra ciudad hasta situarnos. Ya lo he dicho, yo me instalaría en alguno de esos rincones, con bicho incluído -o no-. Compartiría una anochecida sobre redes en el puerto pesquero junto a la sirena varada, tal vez la más bonita de sus propuestas fotográficas: discreta sirena varada sobre un sereno atardecer en uno de los pocos muelles auténticos que le quedan a Palma.

Nada indeseable. Yo me metería -para permanecer- en muchas de sus historias, porque cada fotografía es una narración. Narraciones en blanco y negro, como los soportales de la lonja con el letrero de Las Vegas en color; como la dama despistada siguiendo a la mariposa en azules. Si en estas piezas el color juega un papel muy efectista, en otras el color brilla en su plenitud, la de los objetos y animales añadidos a escenografías urbanas elegidas con una intención claramente narrativa. Palma, Mallorca como ese enclave de citas y propuestas. En otras el color se tamiza con la luz para semejar una propuesta en sepia. Del mar que nos aísla para el hombre sin cabeza a las figuras que surgen también del mar para incorporarse al imaginario de la ciudad. O ese mar al que desea volver el buzo cautivo en la calle inundada. O rincones de arquitecturas como el patio con arco en que nos recibe la japonesa con sombrilla bajo la que quedarnos.

No veo distopía donde Yolanda Trigo ubica sus narraciones urbanas. Las suyas jugando a mezclar elementos fotográficos extraídos de internet para situarlos sobre propuestas previamente guarecidas en Instagram. Es una propuesta de personalización de la fotografía en las redes; cómo la insinuación más personal puede tener origen en la supuesta impersonalización de internet. Insinuación, digo, porque Yolanda Trigo, con todo y situar las fotos agrupadas en páginas a modo de cómic con sus leyendas escritas, lo que hace es proponer historias de lectura de la urbanidad y sus paisajes, los arquitectónicos pero también los callejeros, como los marinos o los más campestres.

Distopía urbana, exposición de fotocollages de Yolanda Trigo
Galería Horts1, calle Horts 1, Palma
Del 2/2 al 28/2 de 2018

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