Yolanda Trigo no nos propone una verdadera “distopía urbana” en su exposición. “Mundo imaginario que se considera indeseable” o “sociedad ficticia indeseable en sí misma”; siempre lo de “indeseable”. Yo me quedaría en algunas de las narraciones que Yolanda Trigo nos ofrece en sus fotocollages; no resultan nada indeseables.
Urbana, tan urbana que su imaginario se despliega a
partir de la ciudad de Palma. Recorridos algunos infrecuentes que nos hacen
mirar y remirar nuestra ciudad hasta situarnos. Ya lo he dicho, yo me
instalaría en alguno de esos rincones, con bicho incluído -o no-. Compartiría
una anochecida sobre redes en el puerto pesquero junto a la sirena varada, tal
vez la más bonita de sus propuestas
fotográficas: discreta sirena varada sobre un sereno atardecer en uno de los pocos
muelles auténticos que le quedan a Palma.
Nada indeseable. Yo me metería -para permanecer- en
muchas de sus historias, porque cada fotografía es una narración. Narraciones
en blanco y negro, como los soportales de la lonja con el letrero de Las Vegas
en color; como la dama despistada siguiendo a la mariposa en azules. Si en
estas piezas el color juega un papel muy efectista, en otras el color brilla en
su plenitud, la de los objetos y animales añadidos a escenografías urbanas elegidas
con una intención claramente narrativa. Palma, Mallorca como ese enclave de
citas y propuestas. En otras el color se tamiza con la luz para semejar una
propuesta en sepia. Del mar que nos aísla para el hombre sin cabeza a las
figuras que surgen también del mar para incorporarse al imaginario de la
ciudad. O ese mar al que desea volver el buzo cautivo en la calle inundada. O
rincones de arquitecturas como el patio con arco en que nos recibe la japonesa
con sombrilla bajo la que quedarnos.
No veo distopía donde Yolanda Trigo ubica sus
narraciones urbanas. Las suyas jugando a mezclar elementos fotográficos
extraídos de internet para situarlos sobre propuestas previamente guarecidas en
Instagram. Es una propuesta de personalización de la fotografía en las redes;
cómo la insinuación más personal puede tener origen en la supuesta
impersonalización de internet. Insinuación, digo, porque Yolanda Trigo, con
todo y situar las fotos agrupadas en páginas a modo de cómic con sus leyendas
escritas, lo que hace es proponer historias de lectura de la urbanidad y sus
paisajes, los arquitectónicos pero también los callejeros, como los marinos o
los más campestres.
Distopía urbana, exposición de fotocollages de Yolanda Trigo
Galería Horts1, calle
Horts 1, Palma
Del 2/2 al 28/2 de 2018
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