
Tomo prestado el título para este cuaderno del libro de Federico Hernández de Goncer (Palma, 1948), cuyo subtítulo es espléndidamente expresivo de qué quiero yo hacer en este periplo: Fantasía biográfica de la isla de Mallorca. Una isla, como una vida, se construye día a día, y la nuestra está viva y plena de vivencias actuales y remotas: visitantes ilustres, residentes con cosas que decir y que mostrar, homenajes a quienes fueron y estuvieron, huellas en la isla, muchas todavía frescas, y manifestaciones artísticas de variados signos...

jueves, 16 de diciembre de 2010
Partículas elementales de la vida
Las partículas elementales. Michel Houellebecq
Barcelona: Anagrama, 2002
Me ha resultado sorprendente la lectura de esta obra. Dos personajes en principio poco atractivos y una historia de vacío encaminada a acabar con y en ese mismo vacío. Dos soledades, dos formas de evolución del abandono, el mismo abandono, sufrido por ambos, que desembocan en dos vidas difíciles, en dos caminos hacia la nada, que efectivamente en ella desembocan. El absurdo. Sí, el absurdo vital.
Para acabarlo de adobar, el novelista cae y se regodea en un exceso de sexo (no seré yo quien haga recuento de las felaciones narradas, que sí hay quien lo ha hecho) que a mí particularmente me resulta excesivo e innecesario.
Con todo y con esto, me ha resultado una lectura amena, sorprendente y recomendable. La pretensión de los personajes y su historia –lograda- es hacernos pensar.
Es una narración plena de reflexiones y digresiones. Y sobretodo, que enfrenta a los lectores a su propia reflexión. No se sale indemne de esta lectura.
¿Es de ciencia-ficción? El final encaminado, al estilo de 1984 o el rememorado Un mundo feliz de Huxley hacia los ensayos científicos y sus resoluciones a treinta y cuarenta años vista parecen hacerlo merecedor de ese título. Innecesario el final e innecesaria esa clasificación, a mis ojos. Me quedo en el análisis de la vida actual y qué nos ha supuesto ser resultado del libertinaje y el hippismo de los sesenta y setenta; en España con menor alcance y todo más tardío, pero la reflexión mantiene la misma vigencia.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Houellebecq polémico
Estoy deseando leer La carta y el territorio que está preparando Anagrama –mi francés no me permite leer el original La carte et le territoire de Flammarion- por el que le han otorgado el Premio Goncourt a su autor, Michel Houellebecq. Polémico, vuelve a serlo por los votos –o la negativa a dárselos- por los que ha obtenido el galardón.
Dicen las crónicas que en esta nueva obra, y precisamente para poder optar al premio, para el que ya se le nombró como posible candidato con la novela anterior, Posibilidad de una isla, ha suavizado su escritura, de forma que ya no resulte polémica: que no hay en ella anticlericalismo, misoginia, desviación sexual o sentimiento anti-islámico.
Acabo de llegar a su lectura, tengo ahora mismo sobre la mesa Las partículas elementales –terciada su lectura- y a la espera Posibilidad de una isla. Así que para cuando Anagrama lance la edición de la galardonada, habrá leído suficiente como para haberme formado un criterio propio.
Por ahora, y me parece uno de los mejores halagos que se le pueden hacer a un escritor, la lectura de su libro Las partículas elementales, tiene un elemento sorprendentemente excepcional: hace pensar. Reflexiona y obliga al lector a pensar sobre la vida que vivimos, nuestra trayectoria de formación y consolidación como seres -¿humanos quizás?-, y no deja impasible a nadie.
Otra cosa es que los personajes en que basa su narración nos sean simpáticos, por actos y pensamientos. Eso ya es otro contar.
domingo, 26 de septiembre de 2010
Chopin, hijo adoptivo
El Consell Insular de Mallorca ha nombrado a Chopin hijo adoptivo de la isla. Ha sido en ocasión de los actos de celebración de la Diada. El nombramiento, digo. Este es el año de conmemoración del bicentenario del nacimiento del músico, y Mallorca se ha unido en tríada a París y Varsovia. Buen equipo.
La verdad es que es una conmemoración sin grandes alharacas ni eventos especiales, al menos en un principio: ha pillado un año de crisis y con unos gobiernos demasiado pluri-colores y excesivos problemas extra-culturales como para aplicar grandes intereses ni presupuestos al caso. Un logo, eso sí, que ofrecen colocar en todo acto organizado alrededor de Chopin; lo de la subvención mejor lo dejamos para otra ocasión.
Pues con todo y con eso, mucho es el aprecio que Mallorca en su conjunto le tiene al músico polaco, porque mucho es lo que se está hablando, sonando y/o viendo de y sobre Chopin. Desde luego, más de lo que yo me esperaba. Y bueno.
Otra sorpresa es la recuperación de la ruta –no diremos real- digamos completa, de su estancia mallorquina: un invierno alargado en unos días (un total de noventa y ocho) que tuvo tres pequeños períodos en Palma ciudad (principio, medio y final), casi un mes en Establiments y la consabida estancia en Valldemossa, los cerca de dos meses que se extendieron entre el 15 de diciembre de 1838 y el 11 de febrero de 1839.
A las placas conmemorativas que ya existen, se ha añadido este año una oficial donde se ubicó su primer alojamiento en Palma, calle del Mar, por entonces en zona de servicios marítimos… Varias existen ya en un rincón que, aparte de la conocida Cartuja de Valldemossa, a mí me gusta especialmente recrear y pasear: la casa de Son Vent en Establiments de Palma, donde transcurrió prácticamente el primer mes, precisamente aquel en que la bonanza del tiempo de un soleado noviembre mallorquín les sonrió. A él y a sus acompañantes, que lo contrario a lo habitual, no he mencionado hasta aquí a George Sand y sus hijos. Aunque Mallorca les haya hecho, a todos, un homenaje. Y por los textos que se manejan, a veces parezca que casi olvidado al músico.
Así que resulta sorprendente que Chopin hay sido nombrado hijo adoptivo de Mallorca; sobre todo sin George Sand.
lunes, 6 de septiembre de 2010
Premios Escènica, nominaciones
Se acaban de conocer las nominaciones a los Premis Escènica, 1ª edición de los Premios de Teatro y Danza de las Islas (Baleares, claro). Impulsa los premios la revista FanTeatre (nombre que en catalán juega con el doble significado del sustantivo “fan” como admirador y de la forma verbal de la tercera persona del plural de presente de indicativo con el significado de “hacen”), que cuentan con el apoyo de las tres instituciones significativas de les Illes: el Govern Balear, el Consell Insular de Mallorca y el Ajuntament de Palma.
Se han valorado todos los espectáculos teatrales y de danza producidos íntegramente o coproducidos por compañías o productores insulares y estrenados en las islas entre el 1 de enero de 2009 y el 31 de julio de 2010. La adjudicación de los premios se hará en una gala festiva en el Teatre Principal de Palma preparada por la revista FanTeatre que retransmitirá en directo la televisión autonómica.
Y si me gusta, en conjunto, la selección de nominados, muestra del momento que vive la escena balear, muy sorprendida me ha dejado –no puedo dejar de manifestarlo- la elegancia con que esta edición se presenta y la limpieza de formas.
Más, ante la inevitable comparación con la cercana convocatoria -abierto todavía el plazo de presentación hasta el 30 de septiembre- de los Premios Max, éstos para propuestas teatrales y de danza de cualquier enclave de la geografía española, sí, pero con la condición que dejan bien clara de que necesariamente debes ser socio de la sgae para participar -¿?-. Se merecen, si no un vacío de propuestas, sí al menos de informadores.
Volvamos a lo que realmente interesa. Sobre los nominados: Mort de Dama, la adaptación teatral de la novela de Llorenç Villalonga, aunque sea una coproducción del Teatre Principal con el Teatre Nacional de Catalunya, es la que se lleva de calle las nominaciones (opta a 8 galardones de un total de 12 categorías); yo no dudo que arrase con los premios… no en vano ha sido la producción teatral que más ha movido público, comentarios de calle, de diarios, artículos y otros. Un excelente punto de partida; una obra de teatro que removió tertulias y más de una ciudad que no se conmueve por nada –como ya dijo en su momento el autor de la obra- y que no lo hizo sólo en la calle sino llenando el teatro en las funciones e intentando la prórroga hasta que se hizo inviable. Algo inaudito. Esto es Palma.
Un segundo lugar creo que será para Camarada K; aunque sólo sea una aproximación. Como en el apartado de danza, donde tienen muchas nominaciones la producción del Principal Subtalk (tres) y la de Mariantònia Oliver Nou con dos. Resulta sorprendente y quiero destacar cómo un mismo conjunto, la Companyia de Dansa del Teatre d’Alaró, dirigida por Carlos Miró, está nominada por tres proyectos distintos. Los tres –imagino que cumpliendo las bases- estrenados por tanto en el plazo de un año.
En fin, sean cuales sean finalmente los galardonados, quien realmente gana es la escena balear. No era consciente de su buen estado de forma.
jueves, 2 de septiembre de 2010
El tiempo envejece deprisa
El tiempo envejece deprisa / Antonio Tabucchi
Barcelona: Anagrama, 2010. – Col. Panorama de narrativas
Traducción de Carlos Gumpert
En círculos pasean los años, en círculos, ah, la escritura, en círculos nosotros, siempre viviendo lo mismo -¿sí?-, ¿en círculos? El tiempo no es algo lineal, no es algo de lo que podamos ser conscientes; la vejez, el dolor, la decrepitud no avisan, pero llegan y se instalan.
Antonio Tabucchi traduce esas emociones en nueve relatos; esas contradicciones que la progresión de la vida nos aporta. ¿Aprenderemos a vivir con ellas? Los círculos de la vida, esos círculos en los que vivimos, no nos conducen a su aceptación; quizá sea labor de la literatura: ofrecer clarividencia; relacionar esa punzada de dolor que un día nos dejará postrados, aunque sólo sea por unas horas –ya sea, en suma, un problema leve- con la transfiguración kafkiana que todos tenemos en mente. El dolor, la vejez y la aceptación de la muerte como algo que hay que asumir. Aprender a aceptar al menos.
sábado, 17 de julio de 2010
Catherine François y la infancia en signos
El árbol ausente / Catherine François
Madrid: Demipage, 2009
¿Quién no ha regresado al que fuera su entorno infantil para encontrarse con ese árbol ausente con el que concluye Catherine François su libro? Y con el que –de una forma u otra- lo abre, ya que así lo titula, y quizá andamos esperándolo, buscándolo, todo el tiempo.
Pero he empezado mal. Ya sé que no es ése el sentido que Catherine François da al Árbol Ausente en su libro; no es ése como no es ninguno; como es cualquiera. Aunque lo que no deba hacer es desentrañar el final, que tampoco sé si lo hago, Catherine François concluye su libro cerrando la infancia, despidiéndose de –al menos- esa infancia, quizás un punto de vista, una infancia llena de relaciones, de rutinas, de ires y venires, de cotidianeidades, pero también de laberintos y encrucijadas, de túneles y pasillos con los que, mostrándonos un mundo terrestre, podemos imaginarnos un submundo filosófico, imaginario, en el que la psique adquiere protagonismo.
Es un libro del que he hecho una primera lectura muy rápida, casi de un tirón, y del que no he escrito esta nota inmediatamente. Al alejarme, sin embargo, siento un regusto de conjunto. Pierdo los detalles pero valoro la trascendencia de la simbología. Parece el momento de la relectura, porque es un libro que la merece.
PD. He perdido ya dos oportunidades de conocer a la autora por mis dificultades para desplazarme, porque sí, ella es una de nuestras ilustres residentes a tiempo parcial. Y casi vecina. Bienhallada sea.
Santiago Auserón, vecino
Pensé que el primer músico que mencionaría aquí sería Chopin por aquello de su estancia mallorquina, y sin embargo siento un impulso irrefrenable de reproducir las palabras de Santiago Auserón en entrevista a mi apreciada M. Elena Vallés.
Yo vivo aquí todo el año. Es tradicional que sean los de fuera los que vengan a aprovechar las condiciones del lugar; no lo es tanto que sean amables, si no con la hospitalidad, sí con el trato recibido. Y, como dice Auserón,
Esta isla me ha dado la mayor parte de las canciones de Juan Perro. Aquí la gente te deja en paz, hay una calma discreta. El mallorquín tiene una agudeza contenida que sólo muestra cuando le conviene.Magnífica definición del rincón de la creación vecino a donde escribo, en la falda de la sierra de Tramontana, pueblos linderos.
Yo vivo aquí todo el año. Es tradicional que sean los de fuera los que vengan a aprovechar las condiciones del lugar; no lo es tanto que sean amables, si no con la hospitalidad, sí con el trato recibido. Y, como dice Auserón,
echar germen en una tierra, aunque sea inventada.
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