Tomo prestado el título para este cuaderno del libro de Federico Hernández de Goncer (Palma, 1948), cuyo subtítulo es espléndidamente expresivo de qué quiero yo hacer en este periplo: Fantasía biográfica de la isla de Mallorca. Una isla, como una vida, se construye día a día, y la nuestra está viva y plena de vivencias actuales y remotas: visitantes ilustres, residentes con cosas que decir y que mostrar, homenajes a quienes fueron y estuvieron, huellas en la isla, muchas todavía frescas, y manifestaciones artísticas de variados signos...


domingo, 4 de agosto de 2013

Amor por la isla hermana, Ibiza


Las lágrimas de San Lorenzo / Julio Llamazares
Madrid: Alfaguara, 2013
«-No es mal sitio para envejecer... (...)-No, no es mal sitio (...)Alguna vez también yo lo había pensado: quedarme allí para siempre y envejecer poco a poco viendo salir y ponerse el sol cada día, brotar y caer las hojas de las higueras y de las parras, partir y volver las barcas de pesca y los ferries que unen Ibiza con la Península y con Formentera, llegar e irse los turistas, como hacían desde tiempo inmemorial los ibicencos y, de unos años para acá, también bastantes personas que (...) habían llegado a la isla para pasar unos pocos días o meses y se acabaron quedando para siempre aquí.» 
En Las lágrimas de San Lorenzo, Julio Llamazares, excelente escritor de libros de viaje, evoca la isla que no fue sino una «estación de paso» en la ruta vital de su personaje. Una vuelta al pasado para reencontrarse desde allí con su hijo, para reencontrarse con el hijo que él fue junto a su padre, y repasar el recorrido ¿vital?, ¿fugaz? de una vida en búsqueda. La fugacidad de la vida, o cómo se pasa esperando que sucedan cosas. Desde el miedo acompañado de un hijo que su padre no sabe sino disipar con la compañía hasta el sinsabor de su lejanía.

 Pero es ese personaje el que lanza el mensaje de amor a mi isla hermana.

«Aunque la isla me envenenó como a tantos otros y me sumió en esa especie de encantamiento que afecta a quienes la conocen (un encantamiento extraño, semejante a una suave hipnosis que te adormece los pensamientos a la vez que te abre y excita los sentidos).»


Quizá lo mejor de la obra sea ese mensaje de amor y reconocimiento a la isla, donde ahora recrea una noche de San Lorenzo junto a su padre en el campo de su niñez, esta vez en compañía de ese hijo con el que ha regresado a la isla, al que desearía transmitir tantas cosas y respuestas que en realidad calla.

1 comentario:

  1. Desde luego el escenario en el que se narra la novela es insuperable (y la pluma del autor también). Saludos!

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