Tomo prestado el título para este cuaderno del libro de Federico Hernández de Goncer (Palma, 1948), cuyo subtítulo es espléndidamente expresivo de qué quiero yo hacer en este periplo: Fantasía biográfica de la isla de Mallorca. Una isla, como una vida, se construye día a día, y la nuestra está viva y plena de vivencias actuales y remotas: visitantes ilustres, residentes con cosas que decir y que mostrar, homenajes a quienes fueron y estuvieron, huellas en la isla, muchas todavía frescas, y manifestaciones artísticas de variados signos...


miércoles, 10 de junio de 2020

Contar verdades con humor




Madre alemana, padre mallorquín /
Sabina Pons
Palma: Sloper, 2019, 164 págs.


Haciendo honor a los tópicos, podemos decir con cierta fruslería que los alemanes no se caracterizan precisamente por su simpatía; tampoco los mallorquines, si seguimos los aprendizajes de aquel Queridos mallorquines que hizo leyenda. Sabina Pons, hija y autora de Madre alemana, padre mallorquín, está decidida a romper estereotipos. Ha escrito un libro tan divertido, con tanto sentido del humor, que es difícil encontrar una página que no provoque sonrisas y hasta carcajadas. De ellos, sí, pero de nosotros -claro, los mallorquines- también.

Es el suyo un libro que -no sólo yo- he leído de un tirón, sin pausas. Y que yo, como mallorquina pero también hija de pareja mixta, reconozco muy cercano a mi esencia. Madre alemana, padre mallorquín no es más que una recopilación de anécdotas cotidianas de la familia de la narradora durante su infancia y adolescencia, que reflejan y explican, si se quiere ir más allá, la idiosincrasia de una isla -Mallorca- en el momento del boom turístico -los años setenta del siglo XX- y que permite extraer sabias lecciones de convivencia. O sólo quedarse en la anécdota, que permite ambas lecturas.

Sabina retrata a sus padres y abuelos de uno y otro país con la ternura y generosidad a la par que con la agudeza de quien les observa con ojos de periodista que recopila el proceso de una vida en lo que inicialmente fue una serie de artículos publicados por entregas en la versión alemana del diario que nos acoge, el Mallorca Zeitung. Así han alzado vuelo algunas obras de literatura mayor, y ese espero que sea el camino que siga la pluma de la periodista y narradora Sabina Pons tras esta primera luminosa experiencia -como la calificó en la presentación la también periodista y escritora Empar Bosch-.

La editorial también mallorquina Sloper ha conseguido convertir estas crónicas en un delicioso objeto de lectura que sabe servirse del único método certero para decir verdades, el humor. En Madre alemana, padre mallorquín veremos cómo el turismo descubre una isla plena de manjares, recorridos gastronómicos, lugares idílicos que han ido dejando de serlo, luz y paisajes cautivadores (“esa extraña luz violeta que solo se da en esta isla” (p57); pero también el contraste evolutivo de costumbres y culturas contrapuestas y en diferentes momentos de evolución que ayudan a nuestra protagonista-autora a crecer desarrollando un pensamiento propio: “la imagen de la abuela (…) me sirvió para entender desde bien pequeñita que se podía ser mujer, ser vieja y seguir disfrutando de la vida” (p80).
Es este un libro de historias pequeñas al que le auguro un gran recorrido.

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Publicado el jueves 2 de mayo de 2019 en Bellver, suplemento cultural de Diario de Mallorca.

Historias de caos y adicciones


Adictos al caos (LA NOCHE POLAR): Amazon.es: Carlos Meneses Nebot ...

Adictos al caos /
Carlos Meneses Nebot
Palma: Sloper, 2019, 331 págs.



El palmesano Carlos Meneses Nebot es un prolífico autor de novela policiaca que parece haber encontrado acomodo en la editorial también mallorquina Sloper, donde ha publicado sus últimos y bastante recientes cuatro trabajos. Cuando digo prolífico me refiero al autor de una docena de títulos publicados, si no he hecho mal las cuentas, alternando novelas con relatos. Es también conocido como articulista habitual en un diario de la isla. 

Carlos Meneses acaba de presentar Adictos al caos, una narración llena de perdedores que se desliza con fluidez por una historia y un entorno reconocible para los isleños. Bajos fondos, nocturnidad, alevosía, drogas, drogadictos y otros consumidores, pero también narcotráfico, se despliegan con cierta peculiaridad y toda su maldad ante nuestros ojos; igualmente la poli y sus triquiñuelas, inspectores y abogados, corrupción y negocio inmobiliario en la ciudad. Todo tiene cabida, y todo con veracidad. Si el poblado de La Lebrija corresponde a Son Banya y la Trini es la Paca, toda la novela propone un recorrido por una ciudad de Palma metamorfoseada sólo en un primer vistazo, absolutamente identificable en realidad.

Resulta curioso que en esa fluidez de historias y bolígrafo no cuente Carlos Meneses sin embargo con un protagonista habitual. Claro que, como todos sus personajes son perdedores, supongo que de novela en novela necesita reponerlos. En Adictos al caos, de magnífico título (los suyos son siempre muy sugerentes y además tienen lírica), nadie acaba bien, aunque se resuelva el caso. ¿O no debería decir eso?

El transcurso de la obra funciona ágil, los aconteceres se entremezclan en ocasiones resultando grata la narración, se muestran distintos puntos de vista, se entrecruzan movimientos de los diferentes actores y resuelve de forma creíble. Los personajes tienen personalidad propia y están bien descritos, tanto que incluso si el autor confunde sus nombres, nosotros como lectores somos capaces de captar los lapsus calami (Natacha y Soraya intercambian pareja; Leonardo Bertolotto puede aparecer como Leonardo Vallinotti) de la misma forma que conviene realizar una lectura amable y no purista, asumiendo que el autor, Carlos Meneses, es un bizarro obstinado, pero sobre todo es un buen contador de historias.

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Publicado el jueves 4 de abril de 2019 en Bellver, suplemento cultural de Diario de Mallorca.

domingo, 7 de junio de 2020

Heridas abiertas / Begoña Méndez









Begoña Méndez: Heridas abiertas
Terrades (Girona), WunderKammer, 2020




Sobrecogedor supone pensar que Heridas abiertas sea un buen título para un ensayo sobre la escritura de diarios íntimos de mujeres. Lo es, sin embargo, y la palabra «herida» quizá sea la más repetida -sin desmesura- en el texto, junto a otra que anticipa la cita inicial, debida a Alejandra Pizarnik en sus Diarios: «Hay cicatrices que se rebelan para volver a su condición primera: heridas».
Tengo en las manos un delicioso librito de la colección de Cahiers (el número cinco, este) que la editorial WunderKammer viene publicando con preciosos ensayos de aproximación a temas variados. En él, Begoña Méndez propone un recorrido por la escritura de diarios íntimos de mujeres a partir de diez propuestas, que transita en un orden cronológico en el que prima el orden temático.
Este ensayo es una lectura muy personal de la filóloga y periodista cultural Begoña Méndez que, en forma cíclica, abre y cierra su exploración por los sentimientos que le desvelan cada una de las autoras desde la elaboración de su propio diario, que califica de gráfico. Casi a la par que este texto ensayístico ha publicado Una flor sin pupila y la mujer de nieve (Sloper, Palma, 2019) que ella misma denomina «artefacto literario hecho de versos y collages». Este solipsismo en forma de collage le sirve de punto de partida pero también de retorno a la visibilidad de los diarios íntimos de diez escritoras que hicieron perceptibles esas heridas propias. Parten de ser un dispositivo de control para acompañar la lucha de la mujer moderna en su conquista de un espacio público propio, a ir más allá, en un discurso que acaba disolviendo los confines entre los ámbitos privado y público para convertir estos textos en literatura de la vida. Lo afirma y lo muestra Méndez en esta lectura que se desplaza por los diarios íntimos escogidos desde la agresión que la fiereza de los textos le provoca y que no duda en mostrarnos.
Begoña Méndez transita por los textos memorialísticos de diez mujeres, incitando con fuerza a la lectura de cada uno de ellos, a la vez que te ofrece un acercamiento a sus contenidos. De la más alejada en el tiempo, Santa Teresa de Jesús, que escribió en 1560 su Libro de la Vida como ejercicio de control exigido por sus confesores, salta al cambio de siglo del XIX al XX con los escritos de Soledad Acosta, Zenobia Camprubí o Lily Íñiguez en que el diario todavía es herramienta del control bien materno, bien marital, en que la mujer comienza a utilizar la letra como estrategia de supervivencia.
Teresa Wilms y Margarita Gil Roësset ponen voz a las mujeres que todavía no la tienen, en un intento de reivindicar territorios de autonomía en vidas tan llagadas que se conducen hacia el suicidio. Como Idea Vilariño y Alejandra Pizarnik, para quienes la escritura del diario ya ha logrado ser literatura. Pizarnik, que versificará «Tú eliges el lugar de la herida / en donde hablamos nuestro silencio», utiliza las palabras como puñales, como heridas terribles, nos dirá Begoña Méndez, en esta disección de diarios íntimos que recala finalmente en la escritura diarística como arma, personalizada en la contundencia intelectual de la escritura de Susan Sontag, y finalmente en el uso político del diario, en la única muestra de una autora viva, la voz de la argentina Mariana Eva Pérez Roisinblit que parte inicialmente del uso del blog para rescatar su historia del olvido; la suya y la de una generación doliente argentina.
Cierra su pequeño cuaderno Begoña Méndez, tras un somero repaso a las lecturas propuestas, con el recuerdo de que "la intimidad no sella cicatrices", porque un diario íntimo nace donde "una mujer sola ubica su escritura en el lugar recóndito de la herida abierta", con la reivindicación final de la poética del paisaje interior que para la literatura significan estos textos

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Publicado en Los Lunes de El Imparcial el domingo 24 de mayo de 2020.