Madre alemana, padre
mallorquín /
Sabina Pons
Palma: Sloper, 2019, 164 págs.
Haciendo honor a los tópicos,
podemos decir con cierta fruslería que los alemanes no se caracterizan
precisamente por su simpatía; tampoco los mallorquines, si seguimos los
aprendizajes de aquel Queridos
mallorquines que hizo leyenda. Sabina Pons, hija y autora de Madre alemana, padre mallorquín, está decidida
a romper estereotipos. Ha escrito un libro tan divertido, con tanto sentido del
humor, que es difícil encontrar una página que no provoque sonrisas y hasta
carcajadas. De ellos, sí, pero de nosotros -claro, los mallorquines- también.
Es el suyo un libro que -no sólo
yo- he leído de un tirón, sin pausas. Y que yo, como mallorquina pero también
hija de pareja mixta, reconozco muy cercano a mi esencia. Madre alemana, padre mallorquín no es más que una recopilación de
anécdotas cotidianas de la familia de la narradora durante su infancia y
adolescencia, que reflejan y explican, si se quiere ir más allá, la
idiosincrasia de una isla -Mallorca- en el momento del boom turístico -los años
setenta del siglo XX- y que permite extraer sabias lecciones de convivencia. O
sólo quedarse en la anécdota, que permite ambas lecturas.
Sabina retrata a sus padres y
abuelos de uno y otro país con la ternura y generosidad a la par que con la
agudeza de quien les observa con ojos de periodista que recopila el proceso de
una vida en lo que inicialmente fue una serie de artículos publicados por
entregas en la versión alemana del diario que nos acoge, el Mallorca Zeitung. Así han alzado vuelo
algunas obras de literatura mayor, y ese espero que sea el camino que siga la
pluma de la periodista y narradora Sabina Pons tras esta primera luminosa
experiencia -como la calificó en la presentación la también periodista y
escritora Empar Bosch-.
La editorial también mallorquina
Sloper ha conseguido convertir estas crónicas en un delicioso objeto de lectura
que sabe servirse del único método certero para decir verdades, el humor. En Madre alemana, padre mallorquín veremos
cómo el turismo descubre una isla plena de manjares, recorridos gastronómicos,
lugares idílicos que han ido dejando de serlo, luz y paisajes cautivadores
(“esa extraña luz violeta que solo se da en esta isla” (p57); pero también el
contraste evolutivo de costumbres y culturas contrapuestas y en diferentes
momentos de evolución que ayudan a nuestra protagonista-autora a crecer
desarrollando un pensamiento propio: “la imagen de la abuela (…) me sirvió para
entender desde bien pequeñita que se podía ser mujer, ser vieja y seguir
disfrutando de la vida” (p80).
Es este un libro de historias
pequeñas al que le auguro un gran recorrido.
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Publicado el jueves 2 de mayo de 2019 en Bellver, suplemento cultural de Diario de Mallorca. |