Begoña Méndez: Heridas abiertas
Terrades (Girona), WunderKammer, 2020
Sobrecogedor
supone pensar que Heridas abiertas sea un buen título para un ensayo
sobre la escritura de diarios íntimos de mujeres. Lo es, sin embargo, y la
palabra «herida» quizá sea la más repetida -sin desmesura- en el texto, junto a
otra que anticipa la cita inicial, debida a Alejandra Pizarnik en sus Diarios:
«Hay cicatrices que se rebelan para volver a su condición primera: heridas».
Tengo en
las manos un delicioso librito de la colección de Cahiers (el número
cinco, este) que la editorial WunderKammer viene publicando con preciosos
ensayos de aproximación a temas variados. En él, Begoña Méndez propone un recorrido
por la escritura de diarios íntimos de mujeres a partir de diez propuestas, que
transita en un orden cronológico en el que prima el orden temático.
Este
ensayo es una lectura muy personal de la filóloga y periodista cultural Begoña
Méndez que, en forma cíclica, abre y cierra su exploración por los sentimientos
que le desvelan cada una de las autoras desde la elaboración de su propio
diario, que califica de gráfico. Casi a la par que este texto ensayístico ha
publicado Una flor sin pupila y la mujer de nieve (Sloper, Palma, 2019)
que ella misma denomina «artefacto literario hecho de versos y collages». Este
solipsismo en forma de collage le sirve de punto de partida pero también de
retorno a la visibilidad de los diarios íntimos de diez escritoras que hicieron
perceptibles esas heridas propias. Parten de ser un dispositivo de control para
acompañar la lucha de la mujer moderna en su conquista de un espacio público
propio, a ir más allá, en un discurso que acaba disolviendo los confines entre
los ámbitos privado y público para convertir estos textos en literatura de la
vida. Lo afirma y lo muestra Méndez en esta lectura que se desplaza por los
diarios íntimos escogidos desde la agresión que la fiereza de los textos le
provoca y que no duda en mostrarnos.
Begoña
Méndez transita por los textos memorialísticos de diez mujeres, incitando con
fuerza a la lectura de cada uno de ellos, a la vez que te ofrece un
acercamiento a sus contenidos. De la más alejada en el tiempo, Santa Teresa de
Jesús, que escribió en 1560 su Libro de la Vida como ejercicio de
control exigido por sus confesores, salta al cambio de siglo del XIX al XX con
los escritos de Soledad Acosta, Zenobia Camprubí o Lily Íñiguez en que el
diario todavía es herramienta del control bien materno, bien marital, en que la
mujer comienza a utilizar la letra como estrategia de supervivencia.
Teresa
Wilms y Margarita Gil Roësset ponen voz a las mujeres que todavía no la tienen,
en un intento de reivindicar territorios de autonomía en vidas tan llagadas que
se conducen hacia el suicidio. Como Idea Vilariño y Alejandra Pizarnik, para
quienes la escritura del diario ya ha logrado ser literatura. Pizarnik, que
versificará «Tú eliges el lugar de la herida / en donde hablamos nuestro
silencio», utiliza las palabras como puñales, como heridas terribles, nos dirá
Begoña Méndez, en esta disección de diarios íntimos que recala finalmente en la
escritura diarística como arma, personalizada en la contundencia intelectual de
la escritura de Susan Sontag, y finalmente en el uso político del diario, en la
única muestra de una autora viva, la voz de la argentina Mariana Eva Pérez
Roisinblit que parte inicialmente del uso del blog para rescatar su historia
del olvido; la suya y la de una generación doliente argentina.
Cierra su
pequeño cuaderno Begoña Méndez, tras un somero repaso a las lecturas
propuestas, con el recuerdo de que "la intimidad no sella cicatrices",
porque un diario íntimo nace donde "una mujer sola ubica su escritura en
el lugar recóndito de la herida abierta", con la reivindicación final de
la poética del paisaje interior que para la literatura significan estos textos
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Publicado en Los Lunes de El Imparcial el domingo 24 de mayo de 2020. |
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